Las gotas hacen un ruido reconfortante al chocar contra las ventanas de plástico. Las rachas de aire las impulsan contra la caravana imitando el ruido de mil hormigas con zapatos de tacon paseándose a sus anchas. Una de la rachas levanta el avance, salgo corriendo para colocarlo bien antes de que se rompa. Entro, estoy chupida y congelada. Me seco y enchufo el calentador. El silencio solo lo interrumpen esas hormigas calzadas de fiesta que bailan al ritmo del ventilador. Me debato entre levantarme ya o dormir un rato hasta que amanezca. Me meto otra vez en el saco.
Su recuerdo viene a mi. Podría haber sido una conversación, pero no. Su recuerdo me cubre de humedad, pero esta vez no en el pelo o en los brazos. Me viene un recuerdo y me empeño en borrarlo a lametazos. Me empeño en desgastar esa estrella Nepalí que lleva tatuada a fuego en el cuerpo. Me gustaría que oyera a los insectitos o artropoditos pasear por fuera mi cubículo. Cierro los ojos y aparece el, un vértice me hace señales desde la cabeza, la muevo, meto mis dedos entre el pelo, lamo sus labios, le beso en la cara agarrándole la cabeza como si fuera mi muñeco. La segunda me espera en su cuello, intento quitarla como si fuera una mancha de chocolate, mi lengua resbala por su pecho hasta encontrarme al otro lado del cuello que también se riende ante mi boca, pero la tercera y la cuarta están esperándome en los pezones, que se endurecen al contacto con mis dientes, a los golpes con mi lengua. La quinta parece mas timida y se esconde detrás, asi que le doy la vuelta y cubro de besos su espalda, la acaricio con las yemas de los dedos y reacciona poniéndose de gallina, seguro que quiere mas, pero los ojos de la sexta me mirar picaros desde las nalgas, las muerdo para acabar con ella, pero es cada vez se esconde mas y tengo que pasar la lengua por todo el culo, adentrarme hasta llegar al…uy! la octava me chista desde la polla, que se me antoja dura, mi lengua quiere borrar el vértice que me mira insolente, saco la lengua y con ella dibujo su perfil, me la meto en la boca intentado borrar los restos, no hay manera, mi coño la borrará, la humedad resvalará por el y la disolverá. Mientras el resto de vertices esperan pacientemente su turno, yo sigo cabalgándole, mojándole, si, creo que la estoy borrando, se esta transfiriendo a mi cuerpo, se esta metiendo en mi mas rápido de lo que pensaba, me aprisiona el vientre, el ultimo puntito llega a mi, me toca y exploto.
Un ladrido de mi perra me saca del sueño, recordándome que ya es de dia y que hay que dar el paseo. Me hago la remolona dentro del saco, que todavía está calentito, como si alguien se hubiera acordado de mi. Mil hormigas, unos días, muchos vértices y una persona sola en kilómetros incitan a soñar.