No me tengas miedo. Yo te enseñaré. Te enseñare a que me folles como lo hizo él tocado por la mano de los Dioses. Me tocó como Albeniz o Yngwie tocan su guitarra. No puede ser que dos personas desconocidas se toquen así, se muevan así. No puede ser que un desconocido saque lo mas perro que llevo dentro. No puede ser que se la chupe, arrodillada, en la puerta del baño comunal de la pensión, con la camisa desabrochada y el sujetador en la cintura.
No puede ser que me meta en la habitación y me ponga a cuatro patas, me folle la boca, golpee su miembro contra mi carrillo haciéndome perder los papeles. Haciéndome pedirle más. Me deje así, a cuatro patas paseándose a mí alrededor, rozándome con un dedo la espalda, un dedo que resbala por mi cuerpo viajando hasta la entrepierna ahogada entre fluidos. No puede ser que el dedo de un desconocido se meta en mi culo con esa facilidad pasmosa sin haberme siquiera rozado el clítoris. No puede ser que me llene la oreja de babas para decirme menea el culo y que yo lo haga. No puede ser que yo este desnuda y el vestido. No me imaginaba que una vacía conversación acabara en esto.
No puede ser que me tumbe boca arriba en el suelo y se acople formando un 69 perfecto, que su lengua me chupe al ritmo perfecto y sus manos estén en el punto perfecto. Se levanta, me levanta. No puede ser que este totalmente anulada a sus deseos. No puede ser que confíe en todo lo que hace. No puede ser que todo lo que hace sea todo lo que necesito. Me besa todavía con hilos de mis jugos en su barba, los saboreo. De su boca saben a Lola y cerveza. Me muestra ante el espejo de la pensión cutre. Esta detrás. Mete los dedos en mi coño. Me miro en el espejo. Perra. Me veo perra. Le veo cabrón. Su mano en mi coño, la mía pajeándole. La otra me agarra del pelo, echando la cabeza hacia atrás tiene el cuello a su disposición, veo de reojo como se mira en el espejo mientras me lo chupa.
No puede ser que sepa cuando me voy a correr y pare en ese mismo instante. Tengo los muslos empapados, pero no me deja correrme. Me apoyo en el lavabo que hay debajo del espejo. Veo su cara de cabrón reflejada. Su mano en mi pelo tirando para atrás. Su cadera empujando. Cada vez tira más hacia atrás del pelo y cada vez me gusta más. Cada vez estoy más perra, cada vez me corro más fuerte. Enciendo el grifo, necesito refrescarme la cara, beber un poco. No puede ser que no me deje. No puede ser que me lo beba a él. Su polla en mi boca, sus manos en mi cabeza no me dejan apartarme, una arcada me viene, un orgasmo le viene. Abre la boca. Su jugo chorrea por mi cara, su mano sigue pajeándose hasta que las últimas gotas caen sobre mí. No puede ser. No le tengas miedo. Yo te enseñaré.
7 comentarios:
sabes que si, que puede ser.
te lo garantizo
Brutal entrada... Mola ;)
Pues me parece a mi que "va a ser que si". Genial como relatas. Un besazo.
No, claro, no puede ser ... ¿a que sí?
Original, muy muy original. Me encanta cómo lo has narrado. Mis más sinceras felicitaciones, otra vez. Un besazo guapa!!!
No puede ser que yo entre aqui tan inocente conociendo a Lola.
No puede ser que entre a leer estos relatos sabiendo que ahora no tengo compañia para poner en practica estas letras.
Pero si puede ser que termine el trabajo yo solo, asi que compermiso jajaja.
Excitante relato Lola, como siempre guapa, besote!!
Excitante..!
Ana
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