martes, 29 de julio de 2008

En sueños...

Anoche nos acostamos tarde. Hacia muchísimo calor, tanto que no parábamos de sudar así que nos pusimos cada uno en una punta de la cama y nos dimos las buenas noches con un beso lanzado al aire y una sonrisa.
No se que hora sería cuando abrí los ojos, pero miré por la ventana y sólo entraba oscuridad. Me había despertado porque Alvaro se había pegado a mi espalda y, aunque estaba profundamente dormido, me acariciaba las piernas de esa manera que sólo el sabía.
Entraba una ligera brisa que hacía que el ambiente no estuviera tan caldeado como cuando nos echamos a dormir así que ya no sudábamos tanto. Antes de despertarme, debía estar soñando con él, porque ahora estaba húmeda y mi sexo ávido de su cuerpo. Por un momento pensé en no despertarle, en su compañera de piso, en que en pocas horas tenia que ir a trabajar, en dormirme otra vez y posponerlo hasta mañana, pero me era imposible, ya se había desatado mi cuerpo, cada vez que el se movía en sueños mi respiración se agitaba, mis piernas se abrían y le intentaban rozar, simulando en toques casuales lo que en realidad eran deliberadas caricias.
Se dio la vuelta, momento que yo aproveché para acariciar mis muslos y darme cuenta de que estaba fuera de mi, al borde del orgasmo silencioso. Así que le acaricie el culo, se giro y pude ver que su miembro listo para mi. Él deslizó la mano izquierda entre mis piernas haciéndome soltar un suspiro, esa mano se movía con agilidad entre mi vulva y mi ano repartiendo la humedad. Así, echados de lado, pegado a mi espalda, me penetró. Lento primero, rápido después para final desahogarse dentro de mi. Y así se quedo dormido, dentro de mi.
Hoy no hemos hablado del tema, quizás lo hizo dormido o quizás piensa que la dormida era yo...

martes, 15 de julio de 2008

Viaje a Mallorca: Eres mio II

Me quede de pie, con las piernas abiertas y mirándole, primero a los ojos y luego al bulto de sus pantalón. Le quite la camiseta y le desabroche los pantalones. Quedó ante mi solo con el bóxer que apretaba su paquete. Me agarro de la cintura y me beso. Me zafe y me fui agachando lentamente, sin dejar de mirarle a los ojos, hasta quedarme de cuclillas con las piernas abiertas. Agarre de los lados y baje los calzoncillos hasta los tobillos, quedando su polla apuntándome, lista para mí.
- Cómetela toda, Lola -
Primero la agarre fuerte con una mano y comencé a masajearla suave, de arriba abajo. Me agarró del pelo llevando mi cabeza hacia ella. No lo logró, era demasiado pronto.
-Enséñame lo que sabes hacer-
Le empuje para que se sentara en la silla y me coloque entre sus piernas. Ahora si, acaricie su glande con los labios y palpe con mi lengua tu agujerito. Recorría toda su extensión con la lengua, hasta detenerme en tus huevos, que primero chupé y luego me los metí en la boca.
- Dios, puta, trágatela entera, por Dios-
Me pedía a gritos que me la tragara entera, pero todavía no era el momento. Jugué un poco más. Me gritaba que la metiera. Le mire y él apenas podía mantener los ojos abiertos. Mi lengua hacia círculos en su glande y jugaba con el agujerito mientras mis manos apretujaban sus huevos.
- Venga, hazlo, quiero ver tu boquita llena de mi, hazlo, hazlo ya-
Me pareció el momento y me la trague de una sola vez, hasta el fondo, hasta que tus huevos casi chocaban con mi barbilla, subiendo lentamente apretando alrededor suya con los labios, hasta llegar al comienzo del glande, donde me pare para, aun apretando con los labios, jugar con la lengua. Tu respiración era entrecortada, suspirabas y gemías y a mi eso me ponía tan cachonda que cada vez te lo hacia con mas intensidad. Estabas a mi merced.
-Dios nena, que bien… que bien lo haces… eres una diosa, sigue…-
Sus palabras provocaban en mí un aumento de la intensidad. Cada vez lo hacia mas rápido, pero sin perder el carácter minimalista de la mamada que le estaba haciendo. Cada vez más rápido. Le miré, tenia la cabeza echada hacia atrás y no hacia mas k decirme lo puta k era y lo que le encantaba lo que estaba haciendo.
Me levante y me miro de arriba abajo, con esos ojos de vicio que estaban moviéndome loca. Yo no aguantaba mas, me coloqué a su lado pasando una pierna por encima de ti y dejando mi ombligo a la altura de tu boca. Comencé a bajar lentamente, hasta que su polla me rozo la vulva. En ese momento comencé a mover las caderas en círculos, haciendo pasar la puntita por mi raja.
- Me estas volviendo loco, zorrita, k guarra, como sabes lo que haces-
Esas palabras, a las que no estaba acostumbrada, me estaban poniendo a mil, así que no pude hacer otra que dejarme caer sobre su miembro y comencé a moverme. A veces despacio, a veces deprisa. De arriba abajo o de delante hacia atrás. Los dos mirábamos lo que estaba pasando ahí abajo, como su polla desaparecía entre mis piernas, para luego salir y volver a entrar. Otras veces nos mirábamos y nos chupábamos la cara o cruzábamos las lenguas. Cada vez estabamos mas idos. Cade vez nos deciamos burradas mas gordas. Cada vez me tirabas más del pelo.
En un momento te pusiste de pie, aun dentro de mí. Apartaste de un manotazo las cosas de la mesa y me tumbaste sobre ella. Llevando tú el ritmo. Un ritmo que me volvió loca.
- Carbón, que me muero, Dios k gusto -
Entraba y salía, entraba y salía. Me agarraba las tetas. No puede más.
- Me corrooo, maldito cerdo-
-Dímelo zorra, dímelo-
-Me corro Raúl, me corro del gusto que me das-
-Yo también princesa-
Unas cuantas embestidas más y un grito en estero mezclo nuestros jugos dentro de mí. Cayó y nuestros cuerpos sudorosos se pegaron. Levanto la cabeza y me beso con pasión, pero también con cariño.
- Que bien que hayas venido, me encantas-
-Me alegro-

lunes, 14 de julio de 2008

Viaje a Mallorca: Eres mio I

Vale, tú lo has querido, comamos.
Estaba cabreada, pero reconozco que el estaba guapísimo y verlo en la cocina me ponía mucho. Tenía un cuerpo perfecto, por lo menos el torso, que era lo que podía ver. Porque llevaba unos vaqueros de esos que hacen unos culos geniales. Ver sus manos moviéndose con soltura entre verduras me hacia fantasear sobre las mil y una caricias que iba a recibir este fin de semana.
De primero, abrió una lata de espárragos y otra de mayonesa. De segundo, había algo haciéndose en una perola que olía a pescado. Y de postre, un frutero lleno de piezas de fruta de colores.
Ya los dos en la mesa comenzamos a comer. Y a hablar. Hablaba él, porque yo lo que quería era otra cosa. El me contaba no se que de no se que de Mallorca, yo sin hacerle ni caso cogí un espárrago con los dedos, dejando que el liquido escurriera por mi muñeca. Él dejo de hablar. Chupe el espárrago para que no cayera mas liquido y lamí el que me había resbalado por los brazos. Le mire y me sonrió. Aprisione el espárrago con los dientes y le di un suave mordisco, sin llegar a romperlo, lo que genero mas liquido, que resbalo por la comisuras de mis labios. Me comí el espárrago y me limpie la boca con la mano. No paraba de repetirme que le encantaba y eso me hacia esmerarme mas. El siguiente me lo metí en la boca desde arriba, haciendo que entrara poco a poco, ayudado por la lengua. Deje que las gotas que habían caído a mis mejillas resbalaran por ellas hasta llegar al cuello.
Me levante y fui hasta su silla. Me senté a horcajadas sobre sus piernas. Me chupo los rastros de líquido de mi cara. Cogió un esparrago y, el ultimo que tenia previsto comerme. Le acaricié los labios con él. Más liquido, esta vez en su barbilla. Lo recogí con mi lengua. Le acerque la punta a su boca y él el sujeto con los labios al tiempo que yo hacia lo mismo con el otro extremo. Comenzamos a acercarnos, pero justo cuando nuestros labios iban a chocar lo mordí y contoneándome, desnuda y con los tacones volví a sentarme a mi silla.
- Y de segundo ¿qué has preparado?-
- Almejas con calabacín y tomate-
Me sirvió un plato y una por una, sin dejar de mirarle a los ojos, me fui comiendo cada almeja. Me la metía en la boca para sorber el caldo, luego la sacaba con la mano para pasar la lengua por cada una de las valvas recogiendo así el tomate que estaba alojado en ellas. Su mirada era lasciva y saltaba de mi boca a mis pechos, apenas estaba probando la comida. Cada almeja recibía a mi lengua endurecida que lamía el líquido de cada arruga. Cada poco, un trago de vino blanco fresquito. El vino me estaba haciendo efecto y cada vez estaba más desinhibida. Seguía comiendo las almejas. Cuando acabe con ellas volví a donde él estaba, aparte su plato y me senté en la mesa con las piernas abiertas. Cogí una almeja de su plato, la limpie, le quite la concha y me la metí por el coño. COI el vaso de vino y eche un poquito en mi entrepierna.
- ¿Crees que sabrás sacarla? –
- Nena, estoy seguro -
El, agacho la cabeza y saboreo el vino que había derramado sobre mi cuerpo. Mientras, su mano me palpaba los labios y me los pellizcaba. Lo que hacia que yo me humedeciera. En seguida empezó a dar golpecitos al clítoris con la lengua hasta que llegue al orgasmo. Levanto la cabeza y abrió la boca, enseñándome la almeja en su lengua. Se la trago.
- Me encanta como sabes –
- Ahora voy a probarte yo a ti -

viernes, 11 de julio de 2008

Viaje a Mallorca: Soy tuya

Ni que tal el viaje, ni que alegria que al final hayas venido, ni nada. Nuestro encuentro fue un besazo de esos que te funden el cuerpo literalmente, de esos que hacen que lo solido se vuelva liquido. De esos que son pura lujuria. Me deje llevar, tanto que se me callo el bolso al suelo esparciendo todo lo que llevaba dentro. Condones, consoladores y bolas chinas incluidas. Lo recogi todo y el que me iba a follar estas noches me dio una tarjeta de visita,
-Toma, esto tambien debe ser tuyo-. No la reconoci, pero estaba tan excitada k me dio igual meter mas basura en el bolso.
Durante todo el viaje en coche hasta su casa estuvimos en silencio, cuanto mas lo miraba mas agitadamente respiraba, mas humedad habia en mi entrepierna y menos raciocinio en mi cabeza.
Saco la llave de su casa, pero me interpuse entre la puerta y el. Me cogio del cuello y me beso de tal forma que casi me desmayo de placer. Abrio la puerta de su casa y me apoyo contra la pared. Me lavento la camisa para poder chupar mis pezones y sobar mis tetas mientras yo metia la mano por su pantalon para encontrar su pene duro y caliente, que iba a ser mio ya.
-No puedo mas, follame Raúl, por favor- .
-No, primero comamos algo.
De nada me sirvio protestar, patalear. Me tenia dominada, iba a hacer lo que el quisiera.
Me desnudó, dejándome solo los tacones y me sentó a la mesa. Mientras él preparaba la comida, yo saqué del bolso el tabaco y vi la tarjeta.
- Y esto?- era primera frase normal que cruzábamos desde nuestro encuentro físico.
- No se, estaba en el suelo y lo cogí pensando que era tuyo.
- Que hijo de puta!!!! Me lo metio en el bolso!!!!
- Qué pasa Lola?

Le di la tarjeta, él, leyo en voz alta.
- Ya eres mia. Lo haces bien,te buscare ¿Y esto?
- Esto es…

Le contée lo que habia pasado en el avión, un breve resumen de escasos 20 segundos, pero me dijo que no, que queria detalles. Asi que empezé por el principio.
Mientras le contaba mi relato, se sento en el suelo delante mia, y cogiendome de las rodillas me abrió las piernas, y me colocó en el borde de la silla. Comenzó a juguetear con mi vulva, que me habia depilado completamente para él. Un solo roce en mi clítoris basto para vencerme y tener mi primer orgasmo en sus manos. Cuando yo paraba de hablar, él paraba de tocarme.
-Sigue. Asi te metia los dedos?-
Yo seguia, con la voz entrecortada por los espasmos, loca de placer.
- Por favor, Raúl, follame-
- Sigue contando-

De repente se levantó, se acerco a la encimera donde estaba peparando la comida y vino con algo.
-Primero esto-
Suavemente me metió un calabacín por el coño, lo que inmediatamente me causó otro orgasmo. Pero a él no le importo y siguió metiendome el calabacin cada vez mas fuerte, mientras que con su mano libre me relajaba el ano. Los orgasmos se sucedian y cada vez eran mas fuertes.
-Levantate-
Le hice caso, el me dió la vuelta y me apoyo las manos sobre la mesa de la cocina, colocandose detrás mio. A pesar de que todavía iba vestido, notaba su falo erecto restregarse contra mi culo. Con movimientos cortos de pelvis me daba golpes en el culo como si me estuviera follando. No se como lo hacia pero con una mano me sujetaba la cadera y con la otra ocupaba todos mis agujeros. Dandome justo lo que habia venido a buscar desde tan lejos.
-Y… y le di unaaaa…una bofetada -
- Ya esta?-
- Siiiiiiiiiiiiiiiiiii –

- Pues sientate que vamos comer. Y no rechistes – Me dijo sonriente
-No tengo hambre- Mentira, pero estaba tan cabreada
No me lo podia creer, no me iba a follar, era perverso pero me gustaba. Yo sabia a lo que venia, venia a ser suya y el sabia lo que hacia. Me estaba llevando al límite. Y lo estaba haciendo bien

lunes, 7 de julio de 2008

Silencio

No podíamos hacer ruido. Había llegado tu familia de improviso y se estaban arreglando para acostarse. Habían entrado en tu cuarto para darte las buenas noches y decirte que se habían encontrado a tu novia en el cine con su hermana. Yo había saltado de la cama y me había escondido debajo. Cuando por fin tu madre se fue de la habitación, no sin antes contarte lo maravillosa y guapísima que estaba, yo salí de debajo de la cama.
-Mejor que te vayas cuando se duerman-
-Ok-

No teníamos mucha confianza, solo nos habíamos acostado un par de veces. Así que la situación cuanto menos era incomoda. Tumbados en la cama comenzamos ha hablar de la Universidad. Pero de pronto el empezó a sentirse culpable, por lo que le estaba haciendo a Patri y empezó a rallarme. Yo, que le entendía, me estaba empezando a agobiar. Su santa madre había decidido por primera vez en su vida dormir con la puerta abierta y la luz encendida. Y para salir de aquella casa había que pasar por delante de esa puerta. Con lo que ahí estaba yo, vestida, en la cama con un extraño, también vestido y hablando de lo mal que se sentía. No se como ocurrió, pero acabe apoyada en su pecho. El seguía habando acerca de lo que es traicionarse a uno mismo, cuando note que me acariciaba la espalda por encima del vestido.
-Que haces?
-No te importa que te acaricie no?
-Que va, que va.

No solo no me importaba, sino que me encantaba. La sensación de que nos pudieran pillar sus padres y por lo tanto su novia y que además el estuviera debatiéndose entre el bien y el mal, entre cortar por lo sano esto o dejarse llevar por la lujuria, me ponía a mil.
Las caricias tímidas por la espalda, comenzaron a ser menos tímidas y a explorar la parte de mi anatomía que le quedaba a mano. Ni el ni yo nos movíamos, la única parte en movimiento era su mano.
Tenía miedo de mirarle a los ojos y que sus manos dejaran de buscarme, tenía miedo de moverme, de respirar, de tocarle, de no tocarle. Me armé de valor y le acaricié la boca. Mi dedo índice rozó su lengua y entendí que era mejor dejar de tener miedo...En silencio lo hicimos, en silencio me corrí, en silencio le bese y en silencio me fui.
No fue el mejor polvo, ni el más apasionado, ni siquiera lo recuerdo. Pero si que me queda esa sensación de haber conectado por unos segundos.

viernes, 4 de julio de 2008

Viaje a Mallorca: Avión

En realidad el viaje en avión fue una mierda. Salí de casa con unos shorts, taconazo y una camisa, abotonada a la espalda de muselina blanca, que dejaban intuir mis pezones erguidos. Los llevaba así desde que decidí ir a visitar a mi hombre. Alguien al que había conocido por casualidad y al que todavía no había visto en persona. No era el atuendo mas cómodo para viajar, lo reconozco, pero si era el mas adecuado para causar una buena y caliente primera impresión al hombre que me esperaba.
Al hombre que me esperaba, y a casi todos los que tuvieran ojos. De camino al aeropuerto me di cuenta que llamaba la atención, y eso me excitaba mucho. Sentir las miradas que se clavaban en mi culo, notar mis tetas saltar libres a cada paso, me hacia sentir sexy. Sabía que le iba a gustar y eso me hacía poderosa.
Pero las tres horas de avión fueron horribles Mi asiento estaba pegado al de un señor mayor, de unos 50 años mal llevados. Uno de esos gordos sudorosos con pinta de vendedor de seguros. De pelo grasiento, cara grasienta…todo grasiento. Con unas manos enormes y gordas que no hacían más que que sacudirse la camisa para ver si así calmaba el calor de dentro del avión. Hacia tanto calor que la parte de mi cuerpo que quedaba libre de la ropa, es decir, mucha, se me pegaba a los asientos. El tanga estaba absolutamente mojado, debido al sudor, pero sobre todo debido al placer adelantado de que me producía conocer a mi desconocido. Esa excitación que me había tenido toda la noche en vela, tocándome como si fuera él quien me tocaba, follándome como si el plástico de mis juguetes fuera su polla.
No se cuando empezó todo, supongo que me quede dormida, tras tomarme varios whiskis que la guapísima azafata se había encargado de traerme y que el vendedor de seguros, a pesar de no haber hablado con el, había insistido en pagar.
No se cuando empezó, pero note su mano sudorosa en mi pierna, yo, imaginando que era la de mi mallorquín le deje hacer, me susurraba no se que al oído con esa voz pastosa que tienen los vendedores de seguros, me separo las piernas y empezó a acariciármelas, cada caricia abarcaba mas arriba, cara caricia apretaba mas. Yo ya no podía decir no, había entrado en ese punto de no retorno en el que pierdo totalmente la noción de lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, lo digno y lo no.
Los susurros se volvieron órdenes, la mano se deslizo entre mis shorts apartando el tanga y cubriendo mi vulva hinchada de deseo. Sin mucha delicadeza hundió sus dedos en mi sexo, rozando mi clítoris bruscamente, tan brusco, que cada vez que lo hacia yo me retorcía, no se si de dolor o de placer, o las dos cosas. Con su mano libre sujeto la mía y la atrajo hacia sus pantalones, que ya estaban desabrochados. Comencé a masturbarlo, notando claramente el recorrido de su vena. Notando que cada vez estaba más excitado. Aceleró el ritmo de bombeo en mi coño, todo el dolor había desaparecido y solo quedaba placer, un placer que yo intentaba que no se me escapara por los labios, pero cuando llego la oleada de espasmos fue imposible mantener la boca cerrada y salieron de ella unos jadeos que mi vendedor imito, llenándome las manos de su semen pegajoso.
Indignadísima por haberme obligado a hacer aquello, le di una bofetada y me coloque la ropa. El, con una media sonrisa, me miro de reojo y siguió leyendo la revista.
Durante el resto del viaje solo pensé en lo que me esperaba aquel fin de semana…