Vale, tú lo has querido, comamos.
Estaba cabreada, pero reconozco que el estaba guapísimo y verlo en la cocina me ponía mucho. Tenía un cuerpo perfecto, por lo menos el torso, que era lo que podía ver. Porque llevaba unos vaqueros de esos que hacen unos culos geniales. Ver sus manos moviéndose con soltura entre verduras me hacia fantasear sobre las mil y una caricias que iba a recibir este fin de semana.
De primero, abrió una lata de espárragos y otra de mayonesa. De segundo, había algo haciéndose en una perola que olía a pescado. Y de postre, un frutero lleno de piezas de fruta de colores.
Ya los dos en la mesa comenzamos a comer. Y a hablar. Hablaba él, porque yo lo que quería era otra cosa. El me contaba no se que de no se que de Mallorca, yo sin hacerle ni caso cogí un espárrago con los dedos, dejando que el liquido escurriera por mi muñeca. Él dejo de hablar. Chupe el espárrago para que no cayera mas liquido y lamí el que me había resbalado por los brazos. Le mire y me sonrió. Aprisione el espárrago con los dientes y le di un suave mordisco, sin llegar a romperlo, lo que genero mas liquido, que resbalo por la comisuras de mis labios. Me comí el espárrago y me limpie la boca con la mano. No paraba de repetirme que le encantaba y eso me hacia esmerarme mas. El siguiente me lo metí en la boca desde arriba, haciendo que entrara poco a poco, ayudado por la lengua. Deje que las gotas que habían caído a mis mejillas resbalaran por ellas hasta llegar al cuello.
Me levante y fui hasta su silla. Me senté a horcajadas sobre sus piernas. Me chupo los rastros de líquido de mi cara. Cogió un esparrago y, el ultimo que tenia previsto comerme. Le acaricié los labios con él. Más liquido, esta vez en su barbilla. Lo recogí con mi lengua. Le acerque la punta a su boca y él el sujeto con los labios al tiempo que yo hacia lo mismo con el otro extremo. Comenzamos a acercarnos, pero justo cuando nuestros labios iban a chocar lo mordí y contoneándome, desnuda y con los tacones volví a sentarme a mi silla.
- Y de segundo ¿qué has preparado?-
- Almejas con calabacín y tomate-
Me sirvió un plato y una por una, sin dejar de mirarle a los ojos, me fui comiendo cada almeja. Me la metía en la boca para sorber el caldo, luego la sacaba con la mano para pasar la lengua por cada una de las valvas recogiendo así el tomate que estaba alojado en ellas. Su mirada era lasciva y saltaba de mi boca a mis pechos, apenas estaba probando la comida. Cada almeja recibía a mi lengua endurecida que lamía el líquido de cada arruga. Cada poco, un trago de vino blanco fresquito. El vino me estaba haciendo efecto y cada vez estaba más desinhibida. Seguía comiendo las almejas. Cuando acabe con ellas volví a donde él estaba, aparte su plato y me senté en la mesa con las piernas abiertas. Cogí una almeja de su plato, la limpie, le quite la concha y me la metí por el coño. COI el vaso de vino y eche un poquito en mi entrepierna.
- ¿Crees que sabrás sacarla? –
- Nena, estoy seguro -
El, agacho la cabeza y saboreo el vino que había derramado sobre mi cuerpo. Mientras, su mano me palpaba los labios y me los pellizcaba. Lo que hacia que yo me humedeciera. En seguida empezó a dar golpecitos al clítoris con la lengua hasta que llegue al orgasmo. Levanto la cabeza y abrió la boca, enseñándome la almeja en su lengua. Se la trago.
- Me encanta como sabes –
- Ahora voy a probarte yo a ti -
Estaba cabreada, pero reconozco que el estaba guapísimo y verlo en la cocina me ponía mucho. Tenía un cuerpo perfecto, por lo menos el torso, que era lo que podía ver. Porque llevaba unos vaqueros de esos que hacen unos culos geniales. Ver sus manos moviéndose con soltura entre verduras me hacia fantasear sobre las mil y una caricias que iba a recibir este fin de semana.
De primero, abrió una lata de espárragos y otra de mayonesa. De segundo, había algo haciéndose en una perola que olía a pescado. Y de postre, un frutero lleno de piezas de fruta de colores.
Ya los dos en la mesa comenzamos a comer. Y a hablar. Hablaba él, porque yo lo que quería era otra cosa. El me contaba no se que de no se que de Mallorca, yo sin hacerle ni caso cogí un espárrago con los dedos, dejando que el liquido escurriera por mi muñeca. Él dejo de hablar. Chupe el espárrago para que no cayera mas liquido y lamí el que me había resbalado por los brazos. Le mire y me sonrió. Aprisione el espárrago con los dientes y le di un suave mordisco, sin llegar a romperlo, lo que genero mas liquido, que resbalo por la comisuras de mis labios. Me comí el espárrago y me limpie la boca con la mano. No paraba de repetirme que le encantaba y eso me hacia esmerarme mas. El siguiente me lo metí en la boca desde arriba, haciendo que entrara poco a poco, ayudado por la lengua. Deje que las gotas que habían caído a mis mejillas resbalaran por ellas hasta llegar al cuello.
Me levante y fui hasta su silla. Me senté a horcajadas sobre sus piernas. Me chupo los rastros de líquido de mi cara. Cogió un esparrago y, el ultimo que tenia previsto comerme. Le acaricié los labios con él. Más liquido, esta vez en su barbilla. Lo recogí con mi lengua. Le acerque la punta a su boca y él el sujeto con los labios al tiempo que yo hacia lo mismo con el otro extremo. Comenzamos a acercarnos, pero justo cuando nuestros labios iban a chocar lo mordí y contoneándome, desnuda y con los tacones volví a sentarme a mi silla.
- Y de segundo ¿qué has preparado?-
- Almejas con calabacín y tomate-
Me sirvió un plato y una por una, sin dejar de mirarle a los ojos, me fui comiendo cada almeja. Me la metía en la boca para sorber el caldo, luego la sacaba con la mano para pasar la lengua por cada una de las valvas recogiendo así el tomate que estaba alojado en ellas. Su mirada era lasciva y saltaba de mi boca a mis pechos, apenas estaba probando la comida. Cada almeja recibía a mi lengua endurecida que lamía el líquido de cada arruga. Cada poco, un trago de vino blanco fresquito. El vino me estaba haciendo efecto y cada vez estaba más desinhibida. Seguía comiendo las almejas. Cuando acabe con ellas volví a donde él estaba, aparte su plato y me senté en la mesa con las piernas abiertas. Cogí una almeja de su plato, la limpie, le quite la concha y me la metí por el coño. COI el vaso de vino y eche un poquito en mi entrepierna.
- ¿Crees que sabrás sacarla? –
- Nena, estoy seguro -
El, agacho la cabeza y saboreo el vino que había derramado sobre mi cuerpo. Mientras, su mano me palpaba los labios y me los pellizcaba. Lo que hacia que yo me humedeciera. En seguida empezó a dar golpecitos al clítoris con la lengua hasta que llegue al orgasmo. Levanto la cabeza y abrió la boca, enseñándome la almeja en su lengua. Se la trago.
- Me encanta como sabes –
- Ahora voy a probarte yo a ti -
3 comentarios:
Lola, ¿a que sabes?
Me gustaria descubrirlo.
wow Lola... interesante fórmula de contar cuentos con varios episodios... interesante, interesante... una almeja en el coño¿?? peculiar cuanto menos
besos
Alejandro iii...a gloria...gracias por pasarte bs!
Erotismo...interesante y peculiar...vaya adjetivos! gracias y te mando un beso
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