martes, 23 de marzo de 2010

Desaprender

Estábamos leyendo una revista y aparece M.A Baracus vendiéndonos una panificadora. Si, el hombre que nos tenia cautivadas con sus habilidades manuales, el hombre que montaba un blindaje para la furgoneta en un minuto o se fabricaba bombas de humo con tres ingredientes, con la utilidad que tiene eso, estaba vendiéndome una máquina para hacer pan. Bueno, no a mí, sino a él, que se lo tomo de forma personal. Me cogió de la mano y me llevó a la cocina. Hablaba de la profesión de panadero, de las horas de trabajo, del arte de la cocina mientras, iba abriendo armarios y sacando tarros, ingredientes, el peso… Iba a enseñarme lo que es hacer pan. Bueno, abrí dos cervezas más y me resigné a verle hacer pan a las 3 de la mañana.

Hace años que decidió irse a vivir fuera de la ciudad, se compró una casa que ha ido arreglando a base de esfuerzo, horas de trabajo y ayuda de amigos y gente del pueblo. Supongo que con la intención de huir de la vida dirigida, de las estrategias diseñadas, del control. Destruir para construir, desaprender para aprender. Aprender a querer de otra manera, no buscar lo que estamos programados para buscar. Es una opción valiente, difícil, pero cuya recompensa va más allá de los premios de una vida relativamente convencional. Poner un tejado se convierte en una fiesta, que funcione la luz es casi sobrenatural y que alguien te dedique una caricia sin querer adueñarse de tu corazón es mágico.

Se movía por la cocina con soltura, era grande, con una encimera enorme de mármol blanco sobre la que iba dejando los ingredientes. Primero harina, medio kilo. La volcó sobre la encimera y dibujo un corazón con ella a la vez que me plantaba un beso. El corazón, paso a ser volcán. En el borde de su cráter el azúcar, la sal y la margarina. La calefacción estaba alta, había encendido el horno y yo me quite el jersey. Me acerqué y le besé, redondo, con toda la lengua buscando la suya. Me sujeto de la cabeza y me correspondió el beso, pero él ya estaba a lo suyo, que era rellenar el cráter con levadura y agua. Hizo desaparecer el líquido dentro del volcán y comenzó a amasarlo. Sus manos se movían a la velocidad justa, apretando la masa, estrujándola entre los dedos. Me vino un relámpago de la cantidad de veces que sus manos habían estado en mi cuerpo, en mis piernas, estrujándolas, rozándome, dándome placer a la velocidad justa. El calor se estaba apoderando de mi. Me gusta mirarle mientras hace las cosas que se le dan bien. En la cocina, en la cama o en el andamio. Me hizo un gesto para que me pusiera entre él y la encimera. Hazlo tú.Me encendió su voz. Me coloque donde me dijo y metí las manos entre la masa. Cogí las suyas para despegarle lo que había quedado entre sus dedos. Cuidadosamente, recorriendo cada dedo fui separando lo que quedaba.

Su pecho estaba pegado a mi espalda y el movimiento de amasar hacía que mi cuerpo se moviera de atrás a adelante, llevándome el suyo conmigo. Esa cadencia se reflejo en su polla, que se apretaba contra mi culo. Notaba como se despertaba. Siguió añadiendo agua mientras yo amasaba, estiraba y volvía a unir la masa. Giré la cabeza para besarle. Nos besábamos sin dejar que nuestras manos se separaran del pan. ¿Seríamos capaces de hacer pan? Como pudo me bajo el chándal que yo me quite haciendo filigranas con las piernas. El roce de su cuerpo en mi piel desnuda me puso muy cachona. Su cadera forzaba a la mía a echarse hacia delante, clavándome la encimera en la tripa. Su polla dura se apretaba contra mi culo y su aliento me humedecía el cuello y el coño. Estábamos desatados, cuerpo contra cuerpo, mano contra mano pero sin que estas pudieran acariciar. Quizás eso, que nuestras manos estuvieran ocupadas y pringosas, nos daba para sentir con todo lo demás, con las piernas, con el culo, con la espalda. Me aparto las manos para hacer una bola con la masa, sus movimientos fuertes hacían que entre sus brazos me balancearan de un lado a otro.

Me agache para desabrocharle el lazo del pantalón con los dientes, note la inmensidad de su polla con los labios, estaba dura, agarre de un cabo y estire, los pantalones cayeron y su polla se presento ante mi rosa y erecta. Una gota resbalaba y mi lengua la quiso retener. Él en la encimera se afanaba con algo y yo me afanaba con su polla. Sin manos, intentando manejarla con la lengua. Aprisionándola con los labios, lamiéndola. Me la metía entera en la boca y la acariciaba con la lengua. Sus gemidos eran profundos y a mi eso me estaba provocando. Me empeñaba en que disfrutara, como yo estaba disfrutando de tenerlo mío. Le oía susurrar cosas, que hubiera apostado que era alguna de Mikel Laboa, sino fuera porque en más de una ocasión entendí Lola. Mi boca abarcaba su polla, sus huevos. No puede más y le agarre el culo, le clave las uñas, el gemía, casi gritaba, mis manos se deslizaban por sus muslos y volvían a subir abriéndole el culo, amasándolo como antes lo había hecho con la masa. Un dedo se abrió paso hasta encontrar su agujero y se introdujo en el, acompañando los movimientos de mi boca con los del dedo y su cadera moviéndose de atrás a adelante, parecíamos una maquina de precisión. Una maquina de placer.

Hay que esperar a que repose la masa, te quiero follar.

Me levante, y en la misma posición que cuando amasaba me penetró. Una oleada de placer me recorrió el cuerpo. Se movía rápido, gemía en mi oído, me amasaba las tetas por encima de la camiseta. Cogió el aceite de oliva de la encimera y derramó unas gotas en mi culo, su mano se movía trazando círculos en él. El placer me estaba desbordando. Su polla entraba y salía. Una mano me abría el culo y la otra me sujetaba de la cadera, haciéndome llevar el ritmo adecuado, el ritmo que necesitábamos para hacer que ese instante fuera eterno. Me sentía muy perra, le pedí que me follara ya por detrás, que lo necesitaba. No se lo pensó. Me rompió el culo. El dolor dio paso al placer. Mis gemidos se convirtieron en gritos, me estaba matando, me estaba muriendo de gusto. Su palma se apoyo en mi cabeza y la forzó hasta que mi mejilla quedó en contacto con la encimera. Un terremoto sacudió mi cuerpo. Me recorrió de arriba a abajo. Un alarido, uno sólo fue todo lo que salió por mi boca, rendido se corrió dentro de mí. Dolorida me dejé caer en el suelo. Silencio. Estar con él es una aventura, follar con él es una aventura. Él es una aventura.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Metamorfosis

Continuamente está buscando el desorden, el caos, dentro de esa ordenada vida que se está obligando a llevar. Cualquier momento es bueno para cometer una irresponsabilidad. Cualquier persona vale para sacarla de estas cuatro paredes que la ahogan. Cuando entró aquí por primera vez pensó que alejarse del mundo y dedicarse a los demás era cuanto necesitaba para ser feliz. Pero después de horas en el huerto, horas haciendo pastas y gente entrando y saliendo se he dado cuenta de que tiene que hablar con él. Tiene que decirle que ya no quiere estar aquí, que todo es mentira, que su cuerpo le pide otra cosa. Ya sabe lo que le va a contestar ella. Que hay que ser fuerte, mantenerse en las decisiones y que pruebe con el castigo. Pero ya lo ha intentado todo, se ha puesto el cilicio muchas veces y no hace más que encender las ganas de un cuerpo caliente junto al suyo. Esto no es sano, cada vez piensa en cosas más extrañas, en las que participa más gente. En las que su hábito y ella son las protagonistas. Si la madre superiora supiera esto… seguro que la castigaba una vez más. Lo hace para que recapacite, para que no se deje llevar por deseos mundanos y le sea fiel a él. Él le da muchas cosas, pero no lo que necesita. Lo que necesita se lo da la madre superiora, cuando le golpea culo desnudo con la regla y le hace rezar. Se lo da el jardinero, cuando usurpa su cuerpo en la caseta, prometiéndole que un día la llevará a ver el mar.

lunes, 15 de marzo de 2010

Ojos que hablan

Recomiendo leer el relato al ritmo que marca la canción

No suelo cantar, pero la ocasión lo merecía, me arranque por Triana. Aplaudieron. Te llamé la atención. Clavaste la mirada en mí. No nos han presentado, mejor, así lo haremos a nuestra manera.

Pista de baile, todos con todos. Las horas pasan, los que sobran se van. Sólo quedamos los buenos. Bailo para ti, lo sabes, te das cuenta. Otra vez tú. Otra vez tu mirada. Es intensa. Loquillo.

Yo la sentaba en mi regazo lo dices buscándome con esos ojos enloquecía sólo a su contacto estas al otro lado de la pista la he conservado en la memoria me encuentras, este hit lo bailamos juntos tal como estaba siempre a mi lado te sigo el juego, te repaso, me cantas nunca me juro su amor sonríes, tienes sonrisa de sinverguenza lo creía eterno yo ¿en qué mesa has cenado? No te he visto ella me sonreía y miraba hacia el mar levantas el cubata, me señalas y haces el gesto de las olas con la mano. Me hace gracia. Ahora mismo, esos ojos negros es lo único que veo en la pista, lo único que me interesa.

Me emborrachaba entre sus brazos le doy una calada a esto que llevo en la mano ella nunca bebía ni la vi llorando giro sobre mí, estoy espectacular y quiero que sepas que lo se yo hubiera muerto por su risa doy un paso hacia ti, me guiñas un ojo, me estas poniendo a saco hubiera sido su feliz esclavo esclavo esclavo esclavo que dolor sucio y traidor, me acerco hasta ti, lo has conseguido me envenena el corazón ya no bailamos, sólo ando hacia ti, estas quieto repasando cada uno de mis pasos se que ella nunca enloqueció jamás perdió el control he llegado hasta ti, estamos tan cerca que noto tu calor, tu olor. Levantas una ceja, y me ofreces la copa, tengo una, brindamos y bebemos mirándonos a los ojos. Un suspiro se me escapa, me pones.

Quiero verla bailar entre los muertos frente a frente, apartados de los demás la cintura morena que me volvió loco bajas y subes la mirada, ¿apruebo? Tus ojos dice matrícula llevo un velo de sangre en la mirada agarras mi copa la dejas en el suelo y deseo del alma que jamás la encuentre ya solo queda atrevernos solo quiero que una vez falta un gesto algo le haga conmover tengo ese nudo en el pecho, ese que grita deseo que no la encuentre jamás o se que la matare los brazos caídos, se acercan buscando el roce de las manos, ese roce que lo desatará todo ¿un dedo? ¿la palma? ¿el pecho?¿la cadera?¿la boca?

Las luces de colores iluminan toda la sala, la gente baila sin fijarse en nosotros, la fantástica novia departe medio borracha con los restos de invitados, el dj elije la próxima canción, a nosotros nos queda solo un pasito, solo uno, pero…si nos tocamos ¿se romperá la magia?

Por favor…solo quiero matarla… a punta de navaja… besándola una vez más.

jueves, 11 de marzo de 2010

Bodas: Primer Round (Soylazoila)

Se acaba de marchar de la cama, me ha deseado buenas noches y, mientras cerraba la puerta ha dicho, entre carcajadas, que deberíamos casarnos. Siempre lo hace, creo que es su manera de decirme que está a gusto. Tengo que preguntarle como fue su boda.

Hay tantos tipos de bodas como de personas. Porque las bodas están hechas para cumplir unos objetivos sociales, burocráticos, económicos, que no tienen que ver con el amor, casi casi, ni con la pareja. Por ahora, tengo tres bodas este año y las tres de grandes amigos, a las que pienso asistir, con los ojos cerrados y sin pareja, por lo menos a dos.

La primera es en juzgado, y tengo un gran papel, el de dama de honor, o testigo, como dicen los modernos. Pienso ir borracha, ya hemos quedado con el padrino (léase testigo, si eres un moderno). Es un chico muy atractivo, alto, grande, con unos ojos verde azulado y un humor, que hace que me descojone todo el rato. Nuestro papel, es de animadores-firmadores y luego de vermú. ¿Dónde ha quedado el convite a todo lujo de detalles? ¿Donde ha quedado el sexo furtivo detrás de un matorral? ¿Dónde han quedado esos tiritos en los baños llenos de brillos y espejos?

¿Es esto amor? O es lo de mi segunda boda. Fiestón (rave si eres moderno) en la mayor altitud de la provincia de Zaragoza, supongo que con intención de que nos baje la tensión con la consiguiente aceleración de los efectos del alcohol y de que nos quedemos sin oxigeno en el cerebro, con la de juego que da eso a la hora de follar. No son 8.000m, pero la intención es lo que cuenta.

¿Es esto amor? O es lo de mi tercera boda; a todo tren, con bandurrias y jotas incluidas. Con tacones poniéndole banda sonora de percusión a las calles empedradas de ese pequeño pueblo. Chicas vestidas de jóvenes burguesas, de puta de lujo o de alta aristocracia (si es que no es lo mismo) mirando a chicos trajeados con pintas de guardaespaldas (dónde quedaron los trajes blancos, por lo menos parecían cubanos). ¿Es esto amor? Por lo menos confió, que con tanto despliegue de unidades se haga más el amor.

Confió en entrar al baño a retocarme el rimmel y escuchar los susurros entrecortados de una pareja al otro lado de una puerta. Oir como cae un zapato y el restregar de la ropa. Pegar la oreja a la puerta y que esta ceda, verme ahí, con cara de pánfila mirando como ella está a horcajadas sobre él, metiéndose los refajos del vestido en la boca, mientras él acaba de correrse. Sin posibilidad de marcha atrás, me miran con los últimos espasmos del orgasmo. Salimos corriendo atropelladamente, casi empujándonos entre nosotros, en busca del camarero vestido de pingüino, que hay en todas las bodas, que pasea con una bandeja repleta de copas de champan, que es lo que se bebe en las bodas. El pacharán no debe ser elegante. Busco mi nombre en los preciosos, rosas y laceados cartelitos de las mesas, y vaya, me ha tocado con los amantes y sus respectivas parejas, que según creo entender son muy amigos todos desde la universidad, pero voy demasiado borracha para asegurarlo. O por lo menos a esas alturas, espero llevar el puntito. Aunque sea a base de champan.

viernes, 5 de marzo de 2010

Creatividad

Deberes llenos de imaginación. Deberes descarados donde nos despojamos de formalidades. Lujuria sin complejos donde todos ganamos –o perdemos-. Sin miedo ni compromiso, con el respeto de la confianza. Placer organizado, donde caben dos caben tres y cuatro y cinco… Placer dirigido, uno manda el otro obedece. Sombras que envuelven cuerpos. Pum-pum pum-pum, el corazón se sale por los oídos. El coño se me derrite en tu boca, en tus manos, en tu polla. En su polla. Los ojos lloran alcohol, escuecen. Es difícil mantenerlos abiertos. Tu polla, y la suya, son recibidas por mi boca, mis dientes las arañan. Eso te gusta. Las piernas te tiemblan. Tu mano me retira la cabeza y me besa. Los sabores del sexo se mezclan. Los sexos se funden. Él recorre con un hielo mi espalda. No tarda en deshacerse. Las gotas calientes resbalan desde la nuca hasta mi culo. El pelo se pega en la mezcla de agua y sudor de mi espinazo. Vuestros gemidos me aturden. Se meten en mi cabeza como un mantra que me libera, que me transporta hasta el extasis. Un placer infinito recorre todo mi cuerpo. Tres personas, un ritmo. Plas, palmada. Conjugamos el verbo correr; me corro, te corres, se corre.